dudas sobre el amor y mis dos amados

¿Cada amor es diferente?

Porque cuando me paro a pensarlo no sé porqué te quiero.

Contigo son dos los hombres que me han oído decir eso, dos los que me han conocido sintiendo eso. Pero lo vivo diferente; quizá con el paso del tiempo he distorsionado lo que sentía por el primero en mis recuerdos, pero no le encuentro parecido más allá del enganche que he tenido a los dos.

Se habla mucho del primer amor: que es el más grande, fuerte, intenso; que uno nunca se recupera del todo tras perderlo. No quiero creer eso, pues pese a que me cuesta reconocerlo soy una romántica empedernida. En mi familia abundan las grandes historias de amor, y desde siempre he tenido una idea muy firme, clara, y sencilla de lo que hace a una pareja. Desconozco si para todos estos referentes que tengo, la persona con la que yo les he visto felices y enamorados ha sido su primer amor. Siempre he pensado que sí, por defecto. Pero y si no, ¿sentirán lo mismo que yo ahora? ¿Cómo encontraron su segundo, tercer, cuarto amor? ¿Cómo supieron que lo era? ¿Sacaron de su cabeza (y corazón) ese primer flechazo? ¿Todos los siguientes se comparan siempre al primero? ¿O siempre al anterior? ¿Los otros amores llegan a ser tan fuertes?

Es diferente lo que siento por ti, pero porque vosotros dos sois diferentes. Tenéis muchas cosas en común: tremendísima inteligencia emocional, pasión por lo que os vais a dedicar, talento en lo que os gusta, impaciencia para lo que no, rechazo a lo que veis injusto, ternura, cariño, paciencia, generosidad, el don de observar y empaparos de minucias y detalles que los demás pasamos por alto. También el cómo empecé con ambos es parecido: yo os gustaba de antes a los dos, y os hacía caso solo a ratos (hasta vuestros amigos son parecidos, y a ambos os decían que pasarais de mí ya de una vez) – hasta un furtivo beso inesperado, uno robado y otro bien dado, que cambió todo. Empecé con ambos en abril; con eso de que la primavera la sangre altera, y que en ambos momentos de mi vida estaba necesitada de algo nuevo y bonito, os di – mejor, nos di – una oportunidad. En septiembre, ya claramente enamorada, admití que os quería a los dos, por primera vez, en persona.

Tantas similitudes, que podría seguir, pero las comparaciones son odiosas, y yo no quiero compararos. En todo caso me comparo a mí misma, y es que me trae de cabeza, porque ya no soy la misma. Ni sé describirme antes, ni sé describirme ahora; me queda mucho por conocer de mí misma. Pero sé que he cargado muchos pesos a mi espalda y he soltado otros muchos desde que lo dejé con mi primer novio. El desenamoramiento fue un proceso, no un instante, y ya no recuerdo cuando fue la última vez que mis sentimientos hacia él eran claros, y no escarnecidos por una nube de recuerdos dolorosos, muy borrosos y que me confunden.

Supongo que no sacaré una respuesta a esto escribiendo, espero que sí con el paso del tiempo, cuando mi amor hacia ti que ahora estás a mi lado crezca, florezca, se multiplique. Igual si dentro de unos años ya no estás conmigo, piense de ti y de nuestro amor de la misma manera en la que ahora pienso de mi primer amor, y me surjan las mismas dudas con el siguiente. Y es que se me ocurre que igual los sentimientos, los recuerdos, las vivencias no están hechas para recordarlas tal cual sucedieron, sino siempre con un halo de duda y – a pesar de formar parte de la historia de nuestra propia vida -, de misterio, pues somos seres en constante cambio y evolución, y el yo de nuestro pasado, nunca es el mismo yo que piensa en él desde el presente.